NO SÉ ANOCHE DÓNDE FUE QUE TE VI
No sé anoche dónde fue que te vi,
quizás brotado de la boca sangrante de un sueño,
o tal vez fue la vida que te hizo a mi lado
como una escultura gigante echando sus sombras.
Yo sé que en medio del hongo enorme del miedo
emergiste incólume, perfecto, excelso,
y te inclinaste sobre mi cuerpo palpitante.
…No sé si fue tu sombra o fue tu cuerpo.
Y hasta pude sentir tu boca, depositada,
posada como mariposa rebelde, etérea
sobre la roca erosionada de mi boca.
Fueron entonces tus ojos, dos haces,
y tus manos dos ramos de misterio,
y tu cetro y tu imperio, y tu risa y tu silencio…
Y te arrojabas sobre la opacidad de mi vientre,
te arrojabas sobre la serenidad de mis brazos,
y te crecían como a inefable monstruo,
miles de bocas, miles de abrazos, miles de tactos…
Tus dedos infinitos llamaban al milagro
y creí en la comunión y en la concepción
del hijo de nuestro sueño más humano.
Te arrojabas a mí silenciado,
con el susurro a la boca amalgamado.
Te arrojabas a mi cuerpo… tu sombra o tu cuerpo.
Te arrojabas a mis brazos… tu cabeza o su sombra
Y no llegué nunca a distinguir
entre la noche oscura y su perpetuo trapo
si eras tú o únicamente tu recuerdo,
ajado, pegado a mí... en harapos…
Paula Cruz